lundi 27 juillet 2015

El número 57 vive

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Medio siglo después, el Porsche 911 número 57 vuelve a casa. La historia del hallazgo de un ejemplar abandonado que se convierte en pieza de museo es formidable. Un cuento en tres capítulos.

Cita:

Prólogo: Había una vez un apasionado de la técnica que se llamaba Bernd Ibold y que vivía en los alrededores de Potsdam, cerca de Berlín. Era un mecánico de coches por convicción, y cuando se jubiló, para tener algo que reparar, se hizo con 19 automóviles, una gran cantidad de recambios y aún más herramientas. Pero unos problemas de salud desbarataron su sueño de restaurar automóviles. A ello se añadieron los problemas económicos, que le obligaron a dejar su terreno y los graneros repletos de objetos relacionados con el automóvil. De modo que, cumplidos los 70 años, Ibold poseía mucho pero no tenía nada. Y le faltaban las fuerzas para separarse de todos los objetos que le habían acompañado hasta entonces y ganar dinero con la venta. Ibold no pudo contener las lágrimas de tristeza. Pero al final su hija, conmovida por la desesperación de su padre, se decidió a buscar ayuda. Y la encontró.

Primer capítulo

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Marcas intemporales: hoy, al igual que hace 50 años, el escudo de Porsche está impreso en el volante de los deportivos.

Otto Schulte es más listo que un zorro y desde hace años el experto en automóviles de «Los busca-cachivaches – El dinero está en el sótano», que es más o menos como se traduciría el título de la serie documental de la cadena de televisión alemana RTL II sobre el trabajo de tres hombres que se dedican a desescombrar casas, sótanos y cobertizos de otras personas y a convertir en dinero aquello que todavía es utilizable, por ejemplo poniéndolo a la venta en mercadillos. Por lo general se manejan cantidades entre 1.000 y 4.000 euros, como máximo.

Cuando Schulte visita a Bernd Ibold por primera vez, no puede disimular el espanto: chatarra por todas partes. En el patio los automóviles, la mayoría de ellos de entre diez y veinte años de antigüedad, están corroídos por la humedad y el viento. Pocos son los que todavía podrían funcionar, muy pocos arrancan aún.

Junto a la pared de un granero descubre dos viejas ranas a las que no parece que nada pueda sacar de su letargo. A primera vista son dos Porsche 911. Y, como en cada cuento hay un malo, el óxido ha corroído casi completamente los faldones y los paneles laterales del compartimento del motor y ha agujereado aquí y allá la chapa. Faltan los guardabarros, las puertas y los asientos. Un centímetro de polvo cubre los antiguos deportivos y solo se puede adivinar que el de delante fue alguna vez rojo y el de atrás, dorado.

Schulte sabe que los aficionados pagan bien, incluso por piezas de desguace, solo hay que saber encontrarlos. Calcula unos 10.000 euros por los restos de los dos Porsche, y más cuando Ibold dice haber almacenado en algún lugar otras piezas. Casi de paso Ibold comenta que una vez había buscado recambios de Porsche a buen precio, ya que posee uno de los más antiguos, con el número 57, pero que no lo consiguió… Schulte se queda estupefacto.
Cita:

Segundo capítulo

Alexander Klein, jefe de gestión de vehículos del Museo Porsche, suele recibir llamadas de este tipo. Esta vez una voz femenina llama de RTL II. Que si quiere comprar un Porsche antiguo… ¿Cuál? Rojo. ¿Qué tipo? Deportivo. (Suspiro). ¿Qué pone en la documentación? Porsche. ¿Algo más? Motor bóxer de seis cilindros, 300057, 130 CV a 6.100 rpm… Klein de repente reacciona. ¿300057? Podría ser el Porsche 911 número 57 de 1964, que todavía era un 901. Un año antes Klein había dado por perdida la búsqueda de un 901. Quería añadir un nuevo modelo en la exposición, ya que el 911 más antiguo de que disponía era el 302503. Pero todos los ejemplares que encontró estaban restaurados y tenía que ser sin restaurar, pues los especialistas quieren saber exactamente qué piezas son originales para reconstruir el automóvil con sus propios estándares y sus propios medios.

Según la ficha del vehículo, el automóvil que Ibold había adquirido de segunda mano en 1971 y que puso fuera de circulación en 1975 había sido vendido el 27-11-1964 en Krefeld. Allí se pierde la pista del coche color rojo intenso (6407 B/P) con asientos en diseño pata de gallo color negro. Ibold es por lo menos el quinto propietario. Y la señora de la televisión pide que Porsche traiga dinero en efectivo. ¿Cuánto…?
Cita:

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Infotainment de antaño: la radio de la época está insertada en un soporte de madera noble.

Tercer capítulo

Dieter Landenberger, jefe del Archivo de Porsche, se desplaza al sur de Berlín acompañado del jefe del taller del Museo, Kuno Werner. Allí les esperan las cámaras de televisión. Schulte, experto en moderación, quiere oír enseguida una cantidad, que se llegue a un trato con un apretón de manos. Pero los dos representantes de Porsche también son expertos, y sin peritaje no hay trato. Para ello, fletan los dos automóviles hacia Zuffenhausen donde dos peritos independientes harán su trabajo.

El resultado es que el número 57 vive. Un auténtico original. Lo confirman diversos números de la carrocería y del soporte del cuadro de mandos, así como también los números escritos con tiza en los interiores de los revestimientos de las puertas. El automóvil está en un estado penoso, pero no desesperanzador. Porsche decide la compra. Valor actual: 107.000 euros.

Pasa pocas veces, pero Otto Schulte se queda sin palabras. Y más cuando Porsche tasa el coche dorado construido en 1967 –una buena fuente de recambios– por otros 14.500 euros. Bernd Ibold apenas se lo puede creer. En un abrir y cerrar de ojos se han desvanecido sus preocupaciones. Además, pronto podrá visitar «su» 901 en el Museo. Ibold vuelve a tener lágrimas en los ojos, pero esta vez de felicidad.
Cita:

Epílogo

Kuno Werner se enfrenta a una gran tarea. Cerca del 20% del número 57 ha desaparecido. Según las primeras valoraciones solo puede utilizarse un 35% de la carrocería. Más o menos la mitad del número 57 puede aprovecharse. El *vehículo está completamente desarmado, y la transmisión y el motor –*ninguno originales del 57 pero sí pertenecientes a uno de los primeros 901– están fuera de uso. Se elimina químicamente el esmalte de la carrocería. Ésta luego se vuelve a montar con esmero usando chapa de la misma época. El techo, la parte delantera con el número de chasis, los soportes del cuadro de mandos y el protector para las rodillas, así como la cavidad para el sillín para niños y la bandeja trasera, deben ser originales.

Después se instala de nuevo el mazo de cables con los enchufes y las conexiones originales. Los instrumentos, el volante, los revestimientos de las puertas, los asientos y las lunas se sanean cuidadosamente y se vuelven a instalar, patina incluida. El Museo no puede ejecutar en sus propios talleres los trabajos de carrocería y esmalte, pero el resto de trabajos se realiza en las instalaciones propias, conjuntamente con Porsche Classic. La restauración, siguiendo los estándares de Porsche, costará cerca de 250.000 euros y durará unos dos años. Finalmente, el Porsche 911 número 57 se pondrá en circulación –como el resto de los vehículos del Museo– en determinados eventos y rallies…

Y colorín colorado, este cuento no se ha acabado


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